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Aquelarre La emancipación de las mujeres en la cultura de masas: “La industria cultural y mediática constituye un territorio de conquista para nosotras: la emancipación femenina pasa, indefectiblemente, por transformar la cultura de masas”.
Como no podía ser de otra manera es un libro escrito y diseñado íntegramente por mujeres. En él se analiza el papel de la mujer en los medios de masas. Esto es, su presencia en el cine, televisión, literatura, radio, prensa, música, videojuegos o publicidad, entre otros. En este recorrido se descubren mujeres silenciadas, se desempolvan obras, se rompen mitos asentados durante años. Sobre todo se reivindica el rol activo de las mujeres (de ayer y hoy) en la lucha por sus derechos.
El objetivo de este libro es proporcionar una evolución histórica y crítica que ayude a conocer y entender la realidad de las mujeres en la cultura de masas. Además de una herramienta que siente las bases para la concepción de contenidos y contextos igualitarios y sin prejuicios.
Coordinan este aquelarre: Irene Liberia Vayá, Doctora en Comunicación con Mención Internacional por la Universidad de Sevilla y trabaja, entre otras líneas de investigación, sobre feminismos y cine. Y Bianca Sánchez-Gutiérrez, Vocal de la Asamblea de Mujeres Periodistas de Sevilla y provincia y realiza su tesis doctoral sobre publicidad y feminismo.
Participan en este aquelarre: investigadoras provenientes de distintas universidades y organizaciones españolas especializadas en el estudio científico de la Comunicación y la Cultura desde la perspectiva feminista.
Profesionales y estudiosos/as de la cultura de masas (cine, música, literatura, televisión, prensa, etc…). Asimismo, es una obra fundamental para los interesados/as en los estudios de género. Y, en general, un libro revelador para toda persona comprometida con la igualdad.
"Un libro que te cuesta empezar a leer porque es tan bonito, tan cuidado y tiene tanto detalle y cariño puesto que te quedas embobada mirando su cubierta, sus texturas, su olor. Sí, ya sé aquello de “no juzgues a un libro por su cubierta” pero, hermanas, este no decepciona" (Proyecto Kahlo).
"La relación entre los medios y la configuración del imaginario colectivo analizado desde el feminismo…no puede molar más (bueno sí, cuando ves la portada que se han marcado)" (Girly).
"Aquelarre. La emancipación de las mujeres en la cultura de masas es un libro que analiza la relación entre el feminismo y la industria cultural y mediática. En líneas generales, persigue demostrar que, ya tengamos una postura más o menos entusiasta con la importancia de la cultura de masas en la lucha emancipadora de las mujeres. Lo que sí es cierto es que nos influye, porque modela nuestra imagen colectiva" (Otro Periodismo).
"Una mirada transversal que polemiza sobre el estado de la desigualdad de género y la situación de las mujeres dentro de las industrias mediáticas y la cultura de masas" (Ámbitos).
"Un libro que hace un esfuerzo fructífero por recopilar, desde un enfoque crítico, análisis sobre distintos ámbitos de la cultura de masas y reflexionar sobre su contribución al feminismo" (Mediterránea).
"Aquelarre es un necesario ejercicio de contextualización de las dificultades que han soportado y padecen, todavía hoy, las mujeres al respecto de la cultura de masas y debe constituir un sólido eslabón para la formulación de propuestas innovadores que ayuden a superar los escenarios de discriminación y olvido sufridos por la mitad de población a lo largo de la historia" (Dígitos).
Prólogo
Introducción. Mujeres, Medios de Comunicación y Cultura de Masas: entre la Opresión y la Lucha por la Igualdad.
Por Bianca Sánchez-Gutiérrez e Irene Liberia Vayá
Referencias citadas
1.- Literatura y mujeres: Querella, genealogías y sororidades
Por Mercedes Arriaga Flórez
1.1. Literatura y mujeres: historia de un desencuentro
1.2. Escritoras disidentes y Querella de las Mujeres
1.3. Sororidad y genealogías
1.4. Una escritora polifacética de la Generación del 27: Victorina Durán
Referencias citadas
2.- Las Revistas Femeninas del Siglo XXI: de Modelo de Mujer a Mujer Catálogo
Por Juana Gallego Ayala
2.1. Introducción
2.2. La tradición de las revistas femeninas
2.3. Evolución de las publicaciones para mujeres
2.4. Evolución de las revistas femeninas: por una nueva nomenclatura
2.5. La nueva esfera virtual: del papel al formato digital
2.6. La publicidad como tabla de salvación
2.7. Estudio de caso: el Glamour que no cesa
2.8. Conclusión
Referencias citadas
3.- Las Mujeres en el Periodismo. Reflexiones desde, para y por una Comunicación Feminista
Por María Sánchez-Ramos y Belén Zurbano-Berenguer
3.1. ¿Por qué el periodismo, por qué las periodistas?
3.2. Las mujeres en el periodismo. Una breve mirada en derredor
3.3. Pikara Magazine. Un proyecto digital de comunicación feminista
3.3.1. El (no tan) nuevo entorno informativo digital
3.3.2. El modelo feminista de Pikara Magazine
3.4. Las anti-conclusiones. Más ideas y algunas esperanzas
Referencias citadas
4.- La Radio: una Historia en Femenino
Por Sílvia Espinosa-Mirabet
4.1. Mujeres y radio, un binomio tradicional desde siempre
4.2. Presencia sin consciencia
4.2.1. Balagué o la antítesis del feminismo
4.2.2. De emisiones para oyentes cultas a la radio popular
4.2.3. ¿Señales feministas en la radio?
4.2.4. La Guerra Civil cambia el discurso
4.2.5. De la Transición a la actualidad: ¿dónde están las mujeres?
4.3. Y con esto, les emplazamos a una nueva edición de nuestro programa…
Referencias citadas
5.- Accesos de las Mujeres a la Industria de la Música Popular
Por Teresa López Castilla
5.1. ‘Queremos llegar a no ser necesarias’
5.1.1. El Statu quo de la industria musical desde los estudios culturales
5.1.2. Del objeto al sujeto sexual en la era postfeminista
5.2. La MTV de Madonna superstar
5.3. Cultura de masas en la era Post-MTV: el universo Rosalía
5.3.1. De ‘tú sí que vales’ a super valiosa
5.4. La espuma mejor que el humo, y cómo subir al éxito para ser vista
Referencias citadas
6.- Mujeres y Cine: Creación, Investigación y Activismo. La Lucha por Contar
Por Irene Liberia Vayá
6.1. El cine: ¿herramienta patriarcal o aliado feminista?
6.2. Análisis crítico y teoría cinematográfica
6.2.1. Los personajes femeninos: entre la puta y la santa
6.2.2. Medio siglo de Teoría Fílmica Feminista
6.3. Las mujeres y la creación cinematográfica
6.3.1. Mujeres en la industria: obstáculos y avances
6.3.2. Aproximación al cine español: mujeres dentro y fuera de la pantalla
6.4. Leticia Dolera: contradicciones, diversidad y mucho humor
6.5. Continuar en la brecha: a modo de cierre
Referencias citadas
7.- La Televisión y las Mujeres: Construcción y Difusión de Estereotipos en el Hiperreal
Por María Isabel Menéndez Menéndez
7.1. Introducción: el imperio de la imagen
7.2. La televisión, una fábrica de estereotipos
7.3. El reality show como producto netamente televisivo
7.4. Las mujeres en el hiperreal televisivo
7.5. Estudio de caso: Cambio extremo
7.6. A modo de conclusión
Referencias citadas
8.- La Mujer en la Publicidad Comercial: de la Violencia Mediática al Femvertising
Por Bianca Sánchez-Gutiérrez
8.1. Introducción
8.2. La violencia mediática en publicidad: cómo se nos vende en los dos patriarcados
8.3. Lo personal vuelve a ser político: legislación contra la publicidad machista
8.4. Femvertising
8.5. Discusión y conclusiones
Referencias citadas
9.- Las Mujeres en los Videojuegos: Horizontes de Futuro
Por Eurídice Cabañes Martínez
9.1. Introducción
9.1.1. Infrarrepresentación y representación estereotipada
9.1.2. Videojuegos para chicas o videojuegos sexistas
9.1.3. Acoso en los juegos online
9.1.4. Y llegó el GamerGate
9.1.5. Situación actual
9.2. Las pioneras: una breve historia
9.3. Casos reales e imaginados hacia un horizonte feminista
Referencias citadas
10.- Retos, Utopías y Adversidades del Feminismo Digital: un Territorio en Disputa
Por Isabel Villegas Simón y Celina Navarro Bosch
10.1. De la utopía al optimismo moderado
10.2. Las redes sociales: ¿herramientas feministas?
10.3. Towanda Rebels: activismo más allá de lo online
10.4. Claros y oscuros, pasado y futuro del feminismo digital
Referencias citadas
No estamos descubriendo nada nuevo cuando afirmamos que vivimos en sociedades formalmente igualitarias pero realmente muy desiguales, siendo el sexo/género uno de los factores más determinantes en dicha desigualdad, sin olvidar otros como la clase social, la raza o etnia, la religión, la orientación sexual o la diversidad funcional. Las leyes sostienen que hombres y mujeres tienen los mismos derechos, obligaciones y oportunidades, pero el patriarcado –junto al resto de condicionantes citados, esto es, lo que hoy conocemos como interseccionalidad–, con sus siglos de antigüedad, sigue im- poniendo qué trabajos, espacios, hábitos, actitudes, objetivos, responsabilidades, aspiraciones o emociones puede ocupar, sentir, ejercer o ambicionar cada persona en función de su sexo/género. Y para que esto sea así a día de hoy –tampoco aquí contamos nada nuevo–, fueron necesarios primero los mitos, las religiones, las tradiciones, las artes, la educación reglada, la institución familiar y, en general, todas las vías de transmisión de sistemas de creencias y valores, a las que a partir del último tercio del siglo XIX se incorporaron los productos de la cultura de masas y los medios de comunicación.
Desde sus inicios, estos han jugado un rol fundamental en la construcción de patrones con los que interpretar, comprender e intervenir en el mundo, sirviendo como transmisores –las más de las veces– o transformadores de los imaginarios sociales hegemónicos e institucionalizados. En nuestras sociedades mediáticas de masas, como las llamaba el sociólogo José Vidal-Beneyto (1984, 2004), dominadas por la “hiperinformación desinformadora”, atravesadas por el hiperindividualismo y por un “hedonismo narcisista y estéril”, la realidad mediática se ha convertido en la realidad más real, esto es, en la que más efectos de realidad genera. Por ello, la forma en que las mujeres aparecemos en los medios (el nivel de representación) y el lugar que ocupamos en las estructuras profesionales y, más generalmente, en las industrias culturales (el nivel de agente), es crucial para entender por qué dos décadas después de haber entrado en el siglo XXI seguimos siendo tratadas como ciudadanas de segunda en sociedades que nos someten a una violencia simbólica constante, que continúan responsabilizándonos en exclusiva de las tareas de cuidados, nos penalizan cuando ocupamos espacios reservados a los hombres y nos matan por el simple hecho de ser mujeres.
En lo tocante al estudio científico de la Comunicación, una de las mayores contribuciones teóricas del feminismo a lo largo de sus más de dos siglos de historia ha sido precisamente reconocer la importancia de los factores culturales en la perpetuación de las desigualdades, sobre todo a través de las representaciones socialmente dominantes de lo femenino, esenciales en la construcción del sistema sexo/género, también conceptualizado como patriarcado. Como comprobaremos en los distintos capítulos de este libro, desde la radio y la televisión hasta los nuevos medios digitales, pasando por la literatura, el cine, la publicidad, la música, el periodismo, las revistas y los videojuegos –más todas aquellas industrias y formatos culturales que no se recogen en estas páginas–, han cimentado sus discursos tradicionalmente sobre valores machistas, sirviéndose de la imagen estereotipada del sexo femenino y su cosificación para vender, imponer y perpetuar la desigualdad entre hombres y mujeres.
En ese sentido, el movimiento feminista ha situado a la Comunicación con perspectiva de género como uno de los pilares que componen su agenda vindicativa, exigiendo una legislación que ponga límites a los contenidos machistas que tradicionalmente se retransmiten en todas las esferas de la cultura mediática. No en vano, lo personal es político, y en las últimas décadas hemos logrado avanzar en el camino hacia una sociedad más igualitaria y democrática, gracias a las conquistas políticas que se han visto materializadas en las leyes que tienen por objeto hacer efectivo el principio de igualdad, como son la Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, pero también la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, así como todas las leyes autonómicas en estas materias, además de las referencias específicas a dicho principio en distintos documentos legales que tienen como protagonistas a los propios medios (como la Ley 34/1988 Gene- ral de Publicidad o Ley 7/2010 General de la Comunicación Audiovisual, por ejemplo).
De manera genérica, la legislación insta a los agentes mediáticos a proteger y salvaguardar los derechos fundamentales, con especial atención a la erradicación de conductas favorecedoras de la desigualdad de las mujeres; también insiste en la importancia de promover el conocimiento y la difusión del principio de igualdad, y de reflejar la presencia de las mujeres en los diversos ámbitos de la vida social de forma adecuada. Otras de las cuestiones abordadas en estas leyes son: realizar un uso no sexista del lenguaje, aplicar medidas para promover la incorporación de las mujeres a los puestos de responsabilidad directiva y profesional, o adoptar normas de autorregulación y códigos de conducta destinados a asegurar un tratamiento de las mujeres conforme con las normas y valores constitucionales, y a cumplir con lo que marca la legislación publicitaria (sin ir más lejos, toda publicidad que atente contra la dignidad de la mujer constituye publicidad ilícita). A todo ello se añade una máxima irrenunciable por parte de los media: garantizar la defensa de los derechos humanos, y la libertad y dignidad de las mujeres víctimas de violencias de género y de sus hijas e hijos en la difusión de informaciones relativas a este grave problema social y político.
Otro signo inequívoco del lugar central que ocupan los medios y de su responsabilidad inexcusable en tanto que transmisores de valores, generadores de opinión y modeladores de mentalidades, ha sido la creación, tanto a nivel estatal como autonómico, de Observatorios para vigilar, denunciar y sancionar contenidos mediáticos sexistas, además de para promover buenas prácticas, impulsar acuerdos de autorregulación e implicar a la ciudadanía en el cumplimiento de estos objetivos de igualdad y de respeto a la dignidad de las mujeres. Algunos de los servicios ofrecidos por estos entes abarcan la actividad mediática general (como el Observatorio de la Imagen de las Mujeres, dependiente del Instituto de la Mujer; BEGIRA-Comisión Asesora para un Uso No Sexista de la Publicidad y la Comunicación, del Instituto Vasco de la Mujer; el Observatorio de la Publicidad e Información No Sexista, del Instituto Asturiano de la Mujer, o el Observatorio de las Mujeres en los Medios de Comunicación, dependiente de un consorcio de ayuntamientos catalanes), mientras que otros se centran especialmente en la publicidad (Observatorio Andaluz de la Publicidad no Sexista; Observatorio de Publicidad No Sexista, de la Generalitat Valenciana, y Co- misión Asesora de Publicidad No Sexista, de la Xunta de Galicia, entre otros).
Más allá de los medios de comunicación propiamente dichos, hay que insistir en el poder y, por ende, en la responsabilidad, que todo producto cultural –desde los que cuentan con un mayor recorrido histórico, como la literatura o la música, hasta los más recientes, como los videojuegos– tiene en relación a la igualdad de género, ya no solo por una cuestión ética y de respeto a los derechos humanos, sino directamente por imperativo legal. Desde que las sociedades tecno-capitalistas se volvieron masivas y, con ellas, la cultura dejó de asociarse primordialmente a la capacidad creativa y al progreso humano para quedar subordinada a los intereses mercantiles dominantes, esta se convirtió en ideología, como explicaban ya los teóricos críticos de la Escuela de Frankfurt allá por los años 40 del siglo XX. Es decir, estaríamos ante una “industria de la conciencia” (Horkheimer y Adorno, 2007) que domestica a los/as consumidores/as a través del ocio acrítico y la pereza intelectual, a sabiendas de que la distracción promueve la resignación y debilita cualquier intento de resistencia (Méndez Rubio, 2004), convirtiéndonos en seres pasivos e individualistas completamente funcionales al sistema de poder hegemónico.
El enfoque marxista de los medios de comunicación, que sostiene que el poder mediático forma parte de la superesctructura y que usa su discurso para legitimarla y perpetuarla, se presta en este punto a una lectura feminista. Así, a través de las revistas femeninas, las fotonovelas, los seriales radiofónicos y telenovelas, la literatura para mujeres, el cine clásico (y muchas películas contemporáneas) o la publicidad del patriarcado de coerción, la cultura mediática nos ha dicho durante siglos que nuestro lugar está en el ámbito privado que conforma el hogar, junto a nuestros maridos e hijos/as, ejerciendo de esposas y madres abnegadas, dedicadas por entero a satisfacer las necesidades de otros, y que lo mejor que podemos hacer por nosotras mismas es permanecer jóvenes y bellas, para mayor gloria de los varones de nuestro entorno, a los que hay que mantener felices y satisfechos para que nunca nos abandonen. Como explicaba Michèle Mattelart hace más de cuarenta años en su célebre La cultura de la opresión femenina (1977), este orden de representación simbólica buscaba esencialmente que las mujeres interiorizásemos y asumiésemos nuestras funciones “naturales” según el sistema heteropatriarcal capitalista. Es decir, los roles y el mandato de género: mediar y resolver ciertas contradicciones, especialmente en el interior de la familia y la educación, con el fin de garantizar el funcionamiento armonioso de la sociedad, y ser el pilar de la “economía de apoyo”, realizando las tareas de reproducción, tanto en términos de procreación como de procurar los cuidados para la reconstrucción de la fuerza de trabajo, pues hasta el obrero tiene que comer, descansar y llevar ropa limpia para poder ir a la fábrica todos los días. Unas tareas, por supuesto, no reconocidas y no remuneradas, que para eso son las naturales al sexo femenino.
Con la llegada de las distintas revoluciones sociales, pero sobre todo gracias a las olas feministas, los media se adaptan a las nuevas demandas y las mujeres comenzamos a conquistar el espacio mediático, aunque con numerosas y notables excepciones incluso a día de hoy: solo el 9% de las personas expertas que aparecen en los telediarios son mujeres; sin embargo, constituyen el 43% de las fuentes de opinión popular, el 37% de las fuentes de experiencia personal y el 35% de los sujetos de las noticias, salvo cuando se trata de informaciones relacionadas con el crimen y la violencia, donde representan el 51% del total (WACC, 2015). Más allá de los medios y a pesar de los avances logrados en las últimas décadas, el colapso del sistema capitalista que provocó la crisis financiera mundial de 2008 supuso un notable revés para las mujeres en muchos aspectos, también en términos de liderazgo, con importantes consecuencias que todavía hoy perduran: solo en España, cinco años después de su estallido, el número de mujeres directivas se redujo casi a la mitad, pasando del 19,5% al 10,3%. Además, a medida que subimos en la escala de responsabilidad, la brecha salarial de género aumenta: si las mujeres que ocupaban mandos intermedios en 2013 y las empleadas de menor rango cobraban entonces un 10,5% y un 13% menos que los hombres respectivamente, las que detentaban puestos directivos tenían un salario 17,3% menor que el de sus homólogos masculinos (RTVE, 2013).
Lejos de disminuir, la brecha ha seguido aumentando con el tiempo: según un estudio presentado en 2019 por el Sindicato de Técnicos de Hacienda, las mujeres cobramos un 29,3% menos que los hombres (Gestha, 2019). Además de la injusticia y la vulneración de la legalidad que ello supone, el principal problema que plantea esta realidad en el ámbito concreto de la creación cultural y de la industria mediática es la negación de la perspectiva de la mitad de la población, las mujeres, en pro de la mirada androcéntrica, lo que provoca los inadmisibles estereotipos femeninos y la escandalosa violencia simbólica contra nosotras que se sigue ejerciendo y expandiendo a través de productos y relatos hechos por y para hombres.
No obstante, a lo largo de toda la historia, las mujeres hemos demostrado una gran capacidad de resiliencia y, sobre todo, de organización para la lucha colectiva por nuestros derechos y deseos, colocando a la cultura y a los media en territorio de combate. Pese a la habilidad para reinventarse que evidencia el sistema capitalista metaestable en el que vivimos, que termina fagocitando cualquier ideología o movimiento contrario a él –incluido el feminismo–, la industria mediática puede convertirse en una importante herramienta que ayude a visibilizar y alcanzar los objetivos de la lucha feminista, frente a la idea derrotista frankfurtiana, pues finalmente leemos, creamos y hacemos circular nuestros propios mensajes. La llegada de la cuarta ola del feminismo (de 2013 en adelante) ha provocado una eclosión de productos mediático-culturales que, con más o menos acierto, reflejan las realidades plurales de las mujeres y de esta ideología. Ante el interés que la industria de la cultura y de la comunicación presta en la actualidad a los mensajes pro-feministas, el propio movimiento ha aprovechado esta oportunidad para utilizar la cultura mediática como altavoz con el que difundir sus vindicaciones y promover una nueva forma de comunicación que, por fin, tenga en cuenta la realidad del 51% de la población mundial. Así lo demuestran las mujeres del cine internacional con su #MeToo y su #TimesUp, y en nuestro país con las iniciativas #MásMujeres o #NiUnaMenos, pero también a través de festivales y muestras de cine de directoras en todo el mundo, así como de asociaciones y colectivos de creadoras audiovisuales que se apoyan entre ellas y divulgan sus trabajos (CIMA o Dones Visuals son esenciales a este respecto en nuestro ámbito). Por no hablar de la oportunidad que el boom de las series televisivas (The handmaid’s tale, Orange is the new black, Fleabag, Girls, Alias Grace, Big Little Lies, The letdown, Workin’ moms, Vida perfecta y Vis a vis, entre otras) ha supuesto para las profesionales de la industria a todos los niveles, y en lo que se refiere a la visibilización de temas y contenidos feministas.
Lo mismo ocurre en el periodismo, donde cada vez más medios incorporan la figura de la editora o corresponsal de género (The New York Times en Estados Unidos, Perfil y Clarín en Argentina, eldiario.es, El País, TVE o RNE en España) y donde hay que subrayar el surgimiento en los últimos años de revistas y periódicos feministas o con perspectiva de género en papel y online (solo en nuestro país: Tribuna Feminista, Pikara Magazine, La Poderío, La Marea, El Salto, eldiario.es o El Huffington Post, por citar solo algunos). En el terreno publicitario, además de consultorías que apuestan por publicidad inclusiva, libre de estereotipos sexistas y de la misoginia del relato publicitario tradicional, han aflora- do interesantes plataformas y asociaciones de mujeres creativas (Female Tribes Consulting, Bridge the Gap, Feminismo Creativo o Más Mujeres Creativas). Similares propuestas llegan desde la radio, en forma de podcasts provenientes de dentro y fuera de nuestras fronteras (Radiojaputa, Tramas maestras, Sangre Fucsia, Fan Grrrl, 2 Dope Queens, Women of the hour, Yesss, The womanist o Quoi de meuf?); de la literatura, con plataformas literarias, librerías, editoriales y clubs de lectura feministas (Liberoamérica, Editorial Ménades, LES editorial, Librería Mujeres, Mujeres & Compañía, La Rossa, Librería Cómplices, Llibreria Pròleg, Libraría de Mulleres Lila de Lilith, Club de lectura ‘Sin género de dudas’, Club de lectura feminista de ‘La Tribu’, Club de Lectura ‘La hora violeta’, entre otros); o de la industria musical, con festivales feministas (como los españoles Estrogenfest, Tremenda Fem Fest, Prenem l’Escenari, Empower Music Fest, Arte Muhé, Rock en femenino o Riot Grrrls), la incorporación generalizada de puntos violeta para denunciar agresiones machistas e incluso la creación de festivales exclusivos para mujeres, como el Statement de Suecia.
De igual forma, un sector tan masculinizado como el de los videojuegos ha visto en los últimos tiempos nacer empresas dedicadas por entero a la creación de juegos con perspectiva de género, como el estudio independiente Giant Spacekat, ubicado en Boston; medios especializados como TodasGamers, una revista digital de videojuegos hecha solo por mujeres, o la serie de vídeos de YouTube Tropes vs. Women, en los que la crítica cultural Anita Sarkeesian analiza en profundidad el sexismo imperante en muchos de estos productos. Y, por supuesto, no podemos olvidarnos del mundo digital, en el que, mirando solo el caso español, encontramos espacios pioneros tan valiosos como Mujeres en Red (que nació en 1997), pero donde a día de hoy hay que destacar especialmente las redes sociales, lugar obligado para el activismo feminista –y para los sectores más reaccionarios que actúan contra él–, que ofrece perfiles y cuentas para todos los gustos: Barbijaputa, Towanda Rebels, Patrulla Feminista, Críticas Cítricas, Alicia Murillo, Malena Pichot, Irantzu Varela, Isa Calderón, Lucía Lijtmaer, Zorras y Brujas, Devermut o Feminista Ilustrada, entre muchas otras.
En resumen, tenemos mucho que celebrar en cuanto al avance hacia la igualdad de género y el papel jugado por los medios de comunicación y la cultura de masas en el siglo XXI en este terreno, sin embargo, aunque la imagen que estos transmiten de las mujeres a día de hoy no es comparable a la que describía Mattelart en la década de 1970, no es menos cierto que aquel modelo sexista, clasista y totalmente funcional a las necesidades del sistema encuentra ecos muy reconocibles en las representaciones actuales. Estas continúan siendo abrumadoramente producidas por manos masculinas y nos siguen trasladando el valor secundario de nuestros trabajos, de nuestras inquietudes e intereses y, en definitiva, de los asuntos que nos atañen directamente a las mujeres.
Centrándonos ahora concretamente en la obra que el/la lector/a sostiene entre sus manos, esta nace con el objetivo de situar a los medios de comunicación y a la cultura de masas en el contexto de la lucha por la igualdad sexual, y en su elaboración nos ha guiado la firme convicción de que, inevitablemente, la industria mediática puede, o bien construir puentes firmes, o bien colocar barreras inexorables en este camino, que ancla sus raíces en la dimensión más radical de los valores democráticos de justicia e igualdad. Del mismo modo, y ante la reacción patriarcal de la extrema derecha libremercadista que se ex- tiende en la actualidad en países como Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, Italia o España, pretendemos con esta publicación, como sostiene Rosa Cobo, contribuir a la reconstrucción de la memoria histórica de la lucha feminista, una lucha de más de dos siglos que “ha dado como resultado uno de los movimientos sociales más democratizadores de la sociedad” (Cobo, 2011: 187). Tal y como defendemos a lo largo de estas páginas, para ello es imprescindible que las mujeres tengamos garantizado el acceso a todos los sectores que integran la industria cultural y mediática, que podamos elaborar relatos que reflejen nuestras experiencias y perspectivas, y que estos, a su vez, sirvan para transformar la sociedad, mejorando así la realidad de las mujeres. Por lo que, en síntesis, este trabajo obedece a tres ámbitos de transformación social feminista estrechamente vinculados entre sí: la investigación académica, la labor divulgativa y, por supuesto, la lucha política.
Por otro lado, nos gustaría señalar que la utilización del término “aquelarre” en el título, así como las imágenes que acompañan a la obra, evocan el imaginario de las brujas y su larga historia de resistencia frente a las campañas feminicidas impulsadas por el Estado –las famosas “cazas de brujas”– en distintos momentos y lugares con el fin de acabar con el control de las mujeres sobre sus propios cuerpos y su reproducción. De ello se han ocupado en profundidad autoras de referencia como Silvia Federici en su célebre Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (2010), y previamente en Il Grande Calibano: Storia del corpo sociale ribelle nella prima fase del capitale (1984).
Pero, además, este “aquelarre” también pretende ser un homenaje al grupo activista W.I.T.C.H. (Women International Terrorist Conspiracy from Hell), surgido en el marco del movimiento feminista y contracultural de los años 60 del siglo XX en Estados Unidos y conformado por feministas socialistas que, además de la lucha por los derechos de las mujeres, apoyaban también al movimiento antimilitarista, a los/as estudiantes o la liberación de la población negra, entre otras batallas sociales. Se autodenominaban brujas y, vestidas como tal, utilizaban el teatro de calle, la magia, el boicot, el escándalo y la protesta como herramientas de resistencia. En su manifiesto reivindicaban a las brujas como mujeres valientes, sin miedo, agresivas, inteligentes, curiosas, independientes, liberadas sexualmente y revolucionarias, apelando a todas las mujeres a seguir sus propias reglas y a ser libres y rebeldes. Este imaginario ha sido recuperado recientemente con la creación en 2016 de un nuevo movimiento W.I.T.C.H. en Portland (Oregon), posteriormente replicado a través de aquelarres en distintas ciudades de Estados Unidos y Europa. Hoy, con la publicación de esta obra en plena cuarta ola feminista, reivindicamos este espíritu de resistencia y lucha para hacer frente a las estructuras de poder actuales que continúan oprimiéndonos y violentándonos.
Es importante añadir también que Aquelarre. La emancipación de las mujeres en la cultura de masas ha sido realizado y diseñado íntegramente por mujeres, des- de la dirección editorial hasta la redacción de los capítulos, pasando por la coordinación, la dirección de la colección y el diseño gráfico de su portada e interiores. Las doce autoras que hemos participado en la escritura de los textos que integran este libro somos mujeres investigadoras provenientes de distintas universidades y entidades españolas, y especializadas en el estudio científico de la Comunicación y la Cultura desde la perspectiva feminista. A nivel interno, es preciso destacar que cada capítulo se centra en un campo concreto de la cultura de masas o de los media y su relación con la emancipación de las mujeres. De ese modo, en las páginas que siguen analizamos cómo la literatura, el periodismo, las revistas “para mujeres”, el cine, la radio, la televisión, la música, los nuevos medios digitales, la publicidad o los videojuegos han contribuido y contribuyen a que las mujeres seamos más o menos libres hoy.
Aunque desde la coordinación hemos propuesto una estructura interna flexible que permita a las autoras adaptar sus aportaciones a las particularidades de cada ámbito mediático-cultural, todos los capítulos llevan a cabo un re- paso teórico e histórico de la relación entre las mujeres y el campo de estudio en cuestión, para después ir desgranando las características propias del medio, los hitos más destacables y, por último, ilustrar las tesis sostenidas a través de uno o varios ejemplos que ayuden a comprender lo mucho o lo poco que este ámbito comunicativo o cultural ha aportado al feminismo y a las mujeres. Conscientes de que partimos de perspectivas distintas, las coordinadoras queremos aclarar en estas breves líneas que los planteamientos teóricos o epistemológicos que vehiculan el argumentario de cada capítulo son, exclusivamente, responsabilidad de sus autoras.
De este modo, Mercedes Arriaga Flórez (Universidad de Sevilla) es la encar- gada de analizar en el primero de los textos la participación de las mujeres en la literatura española, italiana y francesa, y los esfuerzos de estas autoras, que practicaban la sororidad con otras escritoras a través de sus obras, para enunciarse como sujetos literarios de pleno derecho. Si bien es cierto que La Querella de las Mujeres excede los límites cronológicos de la cultura de masas (casi no po- día ser de otro modo, puesto que, a diferencia de los mass media, hablamos de un arte milenario), como explica Arriaga Flórez en este capítulo, en la historia de la literatura escrita por mujeres, las constantes referencias a figuras femeninas ilustres del pasado trazan una genealogía de escritoras y de mujeres cultas en general que no solo sirve a las literatas de distintas épocas como instrumento de autoafirmación y legitimación a través de sus predecesoras, sino que esta red de modelos se extiende también a las contemporáneas. Es por ello que resulta totalmente pertinente en el caso de este capítulo remontarnos a figuras muy anteriores al nacimiento de la cultura de masas para comprender cómo se han ido gestando y desarrollando genealogías literarias femeninas hasta la actualidad, reconociendo así la deuda con las precursoras y confirmando, también en este campo, que la sororidad es el mejor camino para avanzar hacia la igualdad.
El segundo capítulo, a cargo de Juana Gallego Ayala (Universitat Autònoma de Barcelona), examina la construcción del género en las revistas españolas “para mujeres”, atendiendo a su evolución a lo largo de los años y realizando también una propuesta teórica para su nomenclatura. La autora se centra en la revista Glamour como estudio de caso y su posicionamiento postfeminista, concluyendo que, entre otras cuestiones, dicha revista termina canalizando el empoderamiento femenino a través del consumismo.
Los medios digitales feministas como tabla de salvación del periodismo son, junto con la propia industria periodística, el tema central que conforma el tercer capítulo, firmado por María Sánchez-Ramos (Universidad de Sevilla) y Belén Zurbano-Berenguer (Centro Universitario EUSA, Universidad de Sevilla). Las autoras reflexionan acerca de la calidad de los contenidos informativos, de la situación de la industria y de sus techos de cristal, para cerrar el capítulo con el estudio de caso de la revista Pikara Magazine y su apuesta decidida por un periodismo con perspectiva de género.
El siguiente texto aborda las aportaciones femeninas a la historia de la radio, medio absolutamente central y con un papel determinante en la vida de las mujeres españolas del siglo XX. Su autora, Sílvia Espinosa-Mirabet (Universitat de Girona), traza este recorrido histórico de la radio española y catalana a través de la vida y obra de distintas profesionales, empezando por Maria Cinta Balagué –la primera locutora en nuestro país–, hasta llegar a figuras tan reconocibles y reconocidas de la actualidad radiofónica como Julia Otero, Àngels Barceló o Pepa Bueno.
La industria musical es el ámbito cultural que ocupa a Teresa López Castilla (Universidad de Jaén/UNIR) en el quinto capítulo. Esta autora realiza un repaso por algunos de los hitos históricos del sector para, a continuación, poner el foco en las mujeres creadoras. El estudio de caso planteado establece una comparación entre las figuras de Madonna y Rosalía como líderes indiscutibles de la música pop y estrellas con una inmensa capacidad para influenciar a otras mujeres de la industria, convirtiéndose de facto en referentes femeninos.
A continuación, Irene Liberia Vayá (Universidad de Sevilla) analiza el sector cinematográfico centrándose, por un lado, en la visión patriarcal de las mujeres que las películas han transmitido históricamente, y en cómo esta imagen estereotipada e irreal ha sido desmontada desde las distintas corrientes de la Teoría Fílmica Feminista. Asimismo, presta atención a la situación de las profesionales en la industria y a los diversos movimientos e iniciativas que han surgido en los últimos años denunciando el acoso sexual y reclamando el fin de los techos de cristal, así como la erradicación de las representaciones machistas que reducen lo femenino a mero objeto, cuando no lo condenan directamente a la más absoluta invisibilidad. Por último, la autora dedica su estudio de caso a la producción abiertamente feminista que Leticia Dolera firma como directora, y que ha cosechado en poco tiempo importantes reconocimientos.
Por su parte, María Isabel Menéndez Menéndez (Universidad de Burgos) examina el papel de la televisión en la construcción de los roles y el mandato de género, centrándose en la transmisión de valores de lo femenino que se presentan como válidos en la pequeña pantalla a través del subgénero televisivo del reality show. La autora ejemplifica la misoginia de este tipo de programas con el caso de Cambio Extremo, emitido en 2007 en Antena 3 y que consistía en transformar la estética de las participantes hasta el punto de contemplar las intervenciones quirúrgicas, siguiendo radicalmente el imperativo patriarcal del mito de la belleza.
Bianca Sánchez-Gutiérrez (Universidad de Sevilla) investiga en el octavo capítulo el tratamiento mediático que la publicidad ha hecho de las mujeres, tanto en el patriarcado de coerción como en el patriarcado de consentimiento. Tras una revisión teórica del concepto de “violencia mediática”, la autora lleva a cabo un sucinto repaso de la legislación que obliga a la industria publicitaria a no promover estereotipos sexistas y a no humillar a las mujeres, para finalizar el capítulo tratando el caso del femvertising [“publicidad feminista”] desde un enfoque crítico.
Por su parte, Eurídice Cabañes Martínez (Arsgames) aborda la relación entre las mujeres y los videojuegos, tanto desde la perspectiva de la incorporación femenina en la industria y la creación, como desde el análisis crítico de los con- tenidos generalmente machistas de estos productos culturales. Su aportación se cierra con ejemplos de empresas y colectivos de gamers que, afortunadamente, están cambiando la mirada androcéntrica de este sector para volverlo más inclusivo y respetuoso con las mujeres, como es el caso de Arsgames.
Por último, Isabel Villegas Simón (Universitat Pompeu Fabra) y Celina Navarro Bosch (Universitat Autònoma de Barcelona) estudian en el capítulo final el papel de los nuevos medios digitales en el contexto de la cuarta ola feminista, donde, sin lugar a dudas, estos tienen un rol determinante. Las autoras observan la realidad de las activistas feministas en redes sociales mediante el caso de Towanda Rebels, su actividad dentro y fuera del ciberespacio y el acoso machista que sufren en Internet por su posicionamiento ideológico.
Si bien es verdad que hay sectores de la cultura de masas que no hemos alcanzado a abordar en estas páginas, como son el cómic o las series de televisión, todos y cada uno de los ámbitos que hemos tratado han influido e influyen de manera decisiva –con mayor o menor intensidad dependiendo del caso y de los momentos históricos concretos– en la vida y en la socialización de las mujeres, tanto en lo que se refiere a la construcción de nuestra imagen e identidad, como a la manera en que somos vistas y tratadas por la sociedad. Por lo que, a todas luces, la industria cultural y mediática constituye un territorio de conquista para nosotras: la emancipación femenina pasa, indefectiblemente, por transformar la cultura de masas.
En definitiva, consideramos imprescindible que, en lo sucesivo, tanto desde el activismo feminista como desde el estudio científico de la Comunicación –y este libro pretende ser una modesta, pero firme aportación en este sentido–, se permanezca vigilante y se siga trabajando para mantener dentro de los límites pertinentes a la industria mediático-cultural, impidiendo la cooptación, banalización y mercantilización por parte de esta del movimiento de emancipación femenina. En otras palabras, hay que evitar cualquier tipo de maniobra lampedusiana que pretenda cambiarlo todo para que todo siga igual, y continuar exigiendo firmemente el espacio que nos corresponde a las mujeres en todos los terrenos comunicativos y culturales, así como el escrupuloso cumplimiento de la legisla- ción vigente y la implementación de las medidas necesarias contra la violencia mediática, que es, a todas luces, una fuente de agresión simbólica de la que beben y se retroalimentan las distintas formas de violencia contra las mujeres.
Bianca Sánchez-Gutiérrez e Irene Liberia Vayá.
“Un libro que te cuesta empezar a leer porque es tan bonito, tan cuidado y tiene tanto detalle y cariño puesto que te quedas embobada mirando su cubierta, sus texturas, su olor. Sí, ya sé aquello de “no juzgues a un libro por su cubierta” pero, hermanas, este no decepciona”.
“Una mirada transversal que polemiza sobre el estado de la desigualdad de género y la situación de las mujeres dentro de las industrias mediáticas y la cultura de masas”.
“La relación entre los medios y la configuración del imaginario colectivo analizado desde el feminismo… no puede molar más (bueno sí, cuando ves la portada que se han marcado)”.
“Un libro que hace un esfuerzo fructífero por recopilar, desde un enfoque crítico, análisis sobre distintos ámbitos de la cultura de masas y reflexionar sobre su contribución al feminismo”.
Aquelarre. La emancipación de las mujeres en la cultura de masas’ es un libro que analiza la relación entre el feminismo y la industria cultural y mediática. En líneas generales, persigue demostrar que, ya tengamos una postura más o menos entusiasta con la importancia de la cultura de masas en la lucha emancipadora de las mujeres, lo que sí es cierto es que nos influye, porque modela nuestra imagen colectiva.
“Aquelarre es un necesario ejercicio de contextualización de las dificultades que han soportado y padecen, todavía hoy, las mujeres al respecto de la cultura de masas y debe constituir un sólido eslabón para la formulación de propuestas innovadores que ayuden a superar los escenarios de discriminación y olvido sufridos por la mitad de población a lo largo de la historia”
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